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Terapia para bebés

Cólico del lactante

Terapia para bebés

CÓLICO DEL LACTANTE

El cólico de lactante es, sin duda, el principal motivo de consulta de los padres que acuden a un fisioterapeuta pediátrico. Las dos primeras semanas de vida el bebé está más aletargado y duerme mucho, pero a partir de ese momento hay familias que se enfrentan, con impotencia, a ver cómo sus bebés expresan un llanto excesivo que no consiguen entender, por lo que acuden a nosotros en busca de ayuda.

¿Qué es el cólico del lactante?

Según la definición de Wessel, se considera que un bebé sufre cólico del lactante si manifiesta episodios de llanto intenso y vigoroso al menos 3 horas al día, 3 días a la semana durante al menos 3 semanas en un bebé sano y bien alimentado (Wessel et al. 1954). Esto es similar a lo descrito por otros autores (Brazelton 1962).

Con frecuencia se le atribuye una causa únicamente digestiva. Nosotros os queremos proponer una mirada más amplia a este problema, ya que la inespecificidad en diagnóstico de la causa de los cólicos dificulta ofrecer una ayuda eficaz a estos bebés.

No hay dos tratamientos iguales para los cólicos porque existen múltiples factores que pueden estar interfiriendo en el bienestar del pequeño.

Lo primero que debemos descartar es que el bebé tenga las necesidades vitales básicas cubiertas (hambre, pañal limpio, temperatura adecuada, descanso, necesidades de afecto satisfechas, etc). Muchas veces, esto lo verificamos mediante ensayo-error y aprendiendo a identificar los distintos tipos de llanto para cada necesidad, que realmente son distintos.

Evidentemente, esto ya lo habréis probado todo cuando os decidís a contactar con un fisioterapeuta pediátrico, así que seguimos analizando factores.

Por supuesto, la sospecha de causas digestivas es razonable en muchos casos:

Partimos de un sistema inmaduro con una microbiota todavía en formación y que poco a poco se va adaptando al nuevo entorno.

El reflujo gastroesofágico también está detrás de gran parte de la incomodidad que puede mostrar el bebé. Muchas veces es evidente, ya que existen regurgitaciones visibles, pero otras muchas no. El bebé puede manifestar simplemente tos, exceso de moco, posiciones de extensión cervical (aunque se calman en posición replegada).

La alimentación de la madre, si la lactancia es materna exclusivamente, es también muy relevante y no siempre es tenida lo suficientemente en cuenta. A través de la lactancia pueden llegar al bebé distintos tipos de irritantes como cafeína, alcohol y alimentos que producen gases.

En estos casos, el pediatra os podrá aconsejar algunos cambios en la alimentación materna o en la leche de fórmula, así como la ingesta de probióticos de buena calidad.

Sobrecarga sensorial

La sobreestimulación es otra de las causas por las que el bebé llora. Cuando llega la tarde está sobresaturado, agitado e irritado. El recién nacido necesita unos estímulos muy básicos: porteo, piel con piel, tocarlo mucho…

Corremos el riesgo de pasarnos de estímulos si ofrecemos el bebé a muchas personas, con sus distintos olores y voces, o si hay exceso de ruido o luces a partir de una determinada hora.
El hecho de que muchos niños dejen de sufrir cólicos al tiempo que superan etapas del desarrollo sostiene esta hipótesis de inmadurez inicial del sistema nervioso. (Carreiro 2009)
Reducir los estímulos a partir de la tarde, las luces, los ruidos, fomentar el piel con piel, son algunas herramientas que nos ayudan.

Agarre correcto

Es importante asegurarnos de que haya un buena succión, deglución y respiración cuando el bebé se alimenta. Sería interesante que su matrona o fisioterapeuta experto en lactancia valorase que no haya un frenillo corto, que haya una buena programación de los reflejos de búsqueda, succión y agarre, y descartase una disfunción de cráneo y cuello, que tiene una gran repercusión en cómo trabaja la boca o la lengua.

Molestias en la columna y el cráneo del bebé

¿Sabías que los bebés también tienen tensiones en la espalda y dolores de cuello y cabeza?

Un encajamiento largo las últimas semanas, traumatismos, o el propio proceso de parto son situaciones traumáticas para la cabeza y cuello del bebé.

El bebé tiene que lidiar con un espacio muy ajustado para el paso de la cabeza en la pelvis materna y además ha de ser capaz de girar la cabeza para poder adaptarse a la pelvis materna (Arsuaga y Martínez 1998). Todo esto, que a pesar de su carácter fisiológico ya podría tener consecuencias para el bebé, a menudo se complica más al verse acompañado de partos muy largos o excesivamente cortos, donde las fuerzas de presión del útero son muy grandes. También en los que haya sido necesario el uso de fórceps o ventosa.

Por esta razón es frecuente que el parto provoque tensiones en la columna cervical y el cráneo del bebé, visibles por preferencias de la posición de la cabeza girada o inclinada a un lado más que hacia el otro, o con la cabeza hacia atrás para dormir (en extensión).

A veces, esta predilección de giro de la cabeza que tiene el bebé al dormir se acompaña también de asimetría del cráneo (plagiocefalia), en la que puede apreciarse una oreja por delante de la otra. Otras veces, esta asimetría no es tan visible, y solo puede apreciarse por la evaluación de un fisioterapeuta experto en pediatría.

Los síntomas digestivos podrían también explicarse a través del nervio Vago,
que controla gran parte de las funciones viscerales del cuerpo, y cuya función podría estar alterada en buena parte de los problemas cervicales y craneales.

Estos niños con molestias de espalda o de cráneo no están cómodos acostados y sus padres tienen que llevarlos encima hasta que se duermen.
Y cuando por fin lo hacen, están inquietos, se mueven mucho, duermen con la cabeza en una posición muy extendida hacia atrás o se despiertan a menudo, llorando, por lo que hay que cogerlos para calmarlos. Otra característica común es que suelen aguantar la cabeza desde los primeros días.

Recapitulando, no hay solo una causa, sino que, como veis, son múltiples factores los que pueden influir, a veces incluso varios de ellos a la vez.

Son cada vez más las publicaciones que muestran la notable e inmediata mejoría de los cólicos tras el tratamiento de la columna cervical y la cabeza del bebé (Miller, Newell, y Bolton 2012; Olafsdottir et al. 2001; Wiberg, Nordsteen, y Nilsson 1999; Biedermann 2004).

Cuando los bebés son correctamente valorados y tratados por un fisioterapeuta experto en pediatría, están menos molestos y, como consecuencia, lloran menos, están más calmados y felices, se despiertan menos y cogen mejor el sueño. Y, por lo tanto, los papás también.

 

Referencias bibliográficas:

Arsuaga, Juan Luis, y Ignacio Martínez. 1998. La especie elegida: la larga marcha de la evolución humana. Madrid: Temas de Hoy.
Biedermann, Heiner, ed. 2004. Manual Therapy in Children. Edinburgh: Churchill Livingstone.
Brazelton, T. B. 1962. «Crying in Infancy». Pediatrics 29 (abril): 579-88.
Carreiro, Jane E. 2009. Pediatric Manual Medicine: An Osteopathic Approach. Edinburgh; New York: Churchill Livingstone/Elsevier. https://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&scope=site&db=nlebk&db=nlabk&AN=1258516.
Miller, Joyce E., David Newell, y Jennifer E. Bolton. 2012. «Efficacy of Chiropractic Manual Therapy on Infant Colic: A Pragmatic Single-Blind, Randomized Controlled Trial». Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics 35 (8): 600-607. https://doi.org/10.1016/j.jmpt.2012.09.010.
Olafsdottir, E., S. Forshei, G. Fluge, y T. Markestad. 2001. «Randomised Controlled Trial of Infantile Colic Treated with Chiropractic Spinal Manipulation». Archives of Disease in Childhood 84 (2): 138-41. https://doi.org/10.1136/adc.84.2.138.
Wessel, M. A., J. C. Cobb, E. B. Jackson, G. S. Harris, y A. C. Detwiler. 1954. «Paroxysmal Fussing in Infancy, Sometimes Called Colic». Pediatrics 14 (5): 421-35.
Wiberg, J. M., J. Nordsteen, y N. Nilsson. 1999. «The Short-Term Effect of Spinal Manipulation in the Treatment of Infantile Colic: A Randomized Controlled Clinical Trial with a Blinded Observer». Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics 22 (8): 517-22. https://doi.org/10.1016/s0161-4754(99)70003-5.

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fisioterapeuta colegiado
Nº 614 Osteópata (C.O)

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